Asumiendo Riesgos
Sergio Garcia
Ninguna cosa diferente que usted quiera alcanzar fuera de su contexto habitual puede ser alcanzada sin asumir algún tipo de riesgo.
Riesgo no es una palabra que muchos deseen aplicar a su vida, sobre todo en medio de una sociedad que experimenta permanentes cambios, con pérdida de valores y que convive con sistemas de gobiernos y economías inestables, donde la mayoría busca desesperadamente la ansiada seguridad.
El riesgo, aunque siempre se le ha dado una connotación negativa, se la ha definido como “La posibilidad de daño, perjuicio o pérdida, oportunidad peligrosa, azar”, no nos extraña entonces que la mayoría de las personas experimenten un miedo sincero frente a la posibilidad de asumir algún tipo de riesgo para su vida.
Sin embargo el riesgo es uno de los ingrediente que le dan sabor a nuestra vida, le proporciona un sentido de aventura, nos hace sentir vivos, y nos vincula más a Dios.
Cuando uno concibe la idea de un mundo mejor implica obligatoriamente la habilidad de arriesgarse. Ninguna cosa diferente que usted quiera alcanzar fuera de su contexto habitual puede ser alcanzada sin asumir algún tipo de riesgo.
Aceptar un riesgo implica un cambio de las prácticas habituales de vida. Con cada nuevo problema usted tiene que aprender a considerar la posibilidad de que la respuesta o solución se encuentra más allá del círculo habitual de respuestas, debe proponerse mover las fronteras de su imaginación y creatividad a fin de encontrar las respuestas más adecuadas.
No hablamos de tomar riesgos a ciegas, sino de tomarlos luego de considerar muchos otros aspectos y donde las alternativas posibles ya no sean lo suficientemente productivas.
Arriesgarse no es arrojarse al vacío sino sobre él, este vacío representa las diferentes variantes para las que no tenemos respuesta, y que pese a ello, la motivación de alcanzar el bien esperado es suficiente para producir el arrojo que nos impulse para comenzar la nueva aventura.
Para salvar a este mundo Dios tuvo que asumir riesgos. El salvador podría ser rechazado, el evangelio podría no ser obedecido, los discípulos podrían no haber continuado, no obstante la decisión para redimir al mundo fue tomada, y aunque esto ocurrió en forma parcial, siempre el evangelio supo por donde continuar y triunfar, y esto, a través de hombres y mujeres que aceptaron el desafío de Dios a merced de poner en riesgo sus propias vidas.
Pero el riesgo también nos invita a mirarlo desde otra perspectiva, para los cristianos, para los que asumimos un camino de fe, el riesgo no es más que creer y confiar en Dios, una consideración a mirar al Dios Todopoderoso, una invitación a poner en marcha la fe, aunque paradójicamente no hay nada más seguro que esto.